domingo, 16 de agosto de 2009

Cuarto Cuento - El Cocofrutito

Sucedió hace mucho, mucho tiempo y en un alegre estanque (¿Sabes lo que es un "estanque"? Un lugarcito donde el agüita no corre que está estancada) Bueno, sigamos. Una mamá cocodrilo cuidaba sus huevitos y los contaba una y otra vez.

- Uno, dos y tres-. Pensaba que pronto vería a sus tres hijitos y sonriendo, decidió darse un bañito dejando el nidito solo.

Entonces, una comadreja ladrona agarró uno de los huevitos y salió corriendo, pero al ver que la cáscara era muy dura, lo tiró a otro estanque muy distinto del que lo había robado.
Este era un estanque con aguas turbias, sucias y bastante oscuras, donde no se veía si era profundo o no, ni siquiera se oía el croar de una ranita y lo más triste era que estaba muy muy lejos del nidito de la mamá cocodrilo.

¿ Y qué pasó cuando la mamá comenzó a contar los huevitos?
- Uno, dos y ….-. "Conté mal", pensó.
- ¡ Uno , dos y ..dos !!! ¡¡¡Me falta uno!!!


Comenzó a buscar por todos lados y al cabo de casi todo un día de búsqueda, se puso a llorar y muy triste pidió un deseo: que alguna vez volviera a ver a su hijito y que pudiera darse cuenta de que era él y poder abrazarlo dulcemente y decirle que lo quería.

Mientras tanto, el pobre huevito cayó en lo profundo del estanque, en donde existían muchas cuevas. Cuando llegó el tiempo en que los huevitos se rompen para que salga el hijito, la cáscara se rajó (¿Sabes que es "rajarse"? Significa que se rompe pero no del todo, como si fuera una rayita) y comenzó a dar vueltas y vueltas hasta que apareció un hocico largo, una boquita con dientes finitos, unos hermosos ojitos azules y una cabecita con pocos pelitos.


Después, haciendo fuerza con las patitas delanteras, rompió del todo el huevo y salió un cuerpito, otras dos patitas, en este caso traseras, y finalmente una larga colita. Buscó inútilmente a su mamá y pensó que capaz que no veía bien y comenzó a nadar por todo el estanque y como las aguas no eran muy claras buscó y buscó, hasta que de tanto cansancio, se quedó dormido.


Cuando se despertó, ya muy desanimado (¿Sabes lo que es "desanimado"? Significa con poca esperanza de lograr algo) siguió nadando, hasta que se encontró con una hermosa plantita llena de frutos rojitos y que lo miraba con una gran sonrisa.


- ¡Hola!-, le dijo la plantita.
- ¡Hola!- le respondió el cocodrilo.
La plantita, que era muy preguntona, le dijo:

- ¿Dónde está tu mamá? ¿Estás solo? ¿Tienes hambre? ¿Qué comes?
A lo que el cocodrilo le respondió con tristeza que no sabía donde estaba su mamá, que sí tenía hambre y que no sabía que comía ya que hasta el momento nadie le había dado ningún alimento.
Entonces la plantita, que también era muy buena, le dijo:
- Prueba una de mis frutitas, son muy parecidas a las frutillas y son muy dulces-, y moviendo sus bracitos le dió una fruta muy rica.

Al principio comió despacito y con un poco de timidez (¿Sabes que es timidez? Es tener un poquito de vergüencita) pero al sentir que eran tan ricas comió hasta cansarse y decidió que si a la plantita no le importaba que comiera mucho, serían sólo sus frutitas su único alimento para siempre. Y se durmió ahora con la pancita llenita y abrazado a la plantita. Pero un ruido muy fuerte lo despertó y cuando miró alrededor suyo, se encontró con cuatro cocodrilos grandes, feos y peludos, quienés enseguida le demostraron que no querían ser sus amigos. Y para colmo, al ver que el pequeño cocodrilo se alimentaba con frutos, entre risas y burlas lo llamaron el "Coco-frutito".

Aún viendo que estos señores no lo querían, el pobre cocofrutito los seguía a todas partes, pero ellos le daban la espalda y no le hablaban nunca. Así fue que el cocofrutito aprendió a andar solito y se sentía feliz cuando estaba con su amiguita la plantita, a quien le había tomado mucho cariño.
Como pasatiempo, el cocofrutito aprendió a nadar en busca de tesoros, que no era más que lo que traía el viento o que la gente tiraba y así juntó una sillita grande, dos chiquitas, un pañuelo, un sombrero viejo, algún platito y un palito largo.


Un día en que los cocodrilos malos estaban juntos, el cocofrutito les quiso hablar y comenzaron esta vez no sólo a burlarse, sino que con sus grandes colas lo usaron como si fuera una pelotita y lo mandaban de aquí para allí hasta que algo mareado y con lágrimas en sus ojitos, decidió irse de ese estanque. Pero antes fue donde estaba su plantita y le preguntó:
- ¿Amiguita, quieres venir conmigo? Aquí nada tengo ni quiero a nadie, salvo a ti.
La plantita, que estaba muy cansada de vivir en ese estanque, contestó contentísima:
- ¡Por supuesto querido Coco, me voy contigo!
Y así partieron, después que el Cocofrutito juntara sus tesoros en el gran pañuelo y los atara en el palito y colocara con mucha delicadeza a la pequeña plantita dentro de una pecerita. Y nadó y nadó, tanto, tanto, que cuando llegó a un estanque de noche se quedó dormido.


A la mañana siguiente, cuando salió el solcito y dió calorcito, el coco y su plantita se despertaron. Grande fue la alegría al ver que ese estanque era todo lindo, desde el agüita que era transparente, las florcitas que nadaban sobre ella, las mariposas volaban sobre las flores, los pajaritos tomaban de ella en la orilla, mientra que un montón de pececitos de colores nadaban tranquilamente, juguetones. Por supuesto que los dos estuvieron de acuerdo que ese lugar sería su nueva casita y sin decir más, se zambulleron en el agua.

Bajo el agua había muchas cuevitas y el cocofrutito y su amiguita eligieron una muy cómoda. Cantando una linda canción, el coco se armó su nuevo hogar, colocando bien a la vista a la querida plantita. Pero... ¿qué pasaba en el resto del estanque?

Llenos de miedo, se habían reunido todos los habitantes del mismo. Todos querían hablar al mismo tiempo y la señora Rana, que era muy chillona, gritó:
-¡Es un cocodrilo, nos va a comer!
El señor Sapo dijo:
-¡Croac, croac!! ¡¡¡Yo pienso igual!!!
Los pececitos estaban todos juntos llorando. - BUUUUU!!!!BUUUUU!!!, nos va a comer!!
Pero de pronto se escuchó:-¡Silencio! ¡Silencio! ¡Basta de tonterías! ¡Hay que ir y hablar con él y si tiene malas intenciones, que se vaya!-
¿Quién hablaba así? Era Pizpireta, una hermosa pececita muy valiente y gran cocinera.
- ¡Claro,claro!-, contestaron juntos Pirincho y Benjamín, los dos amiguitos de Pizpireta.
Pirincho tenía unos pelitos todos paraditos, de ahí su nombre y si se ponía nervioso, tartamudeaba y Benjamín era un pececito azul, que cuando tenía miedo se ponía blanco del susto.
- Muy bien-, dijeron todos.
- ¿Quién será el que vaya?-. Nadie contestó. - ¿Quién, eh, quién?
- Yo no.
- Yo no.
- Yo no-, contestaron la Rana, el Sapo y algunos pececitos.
- ¡Qué miedosos!-, dijo Pizpireta. -Iré yo.
-¡Ya va a ver ese cocodrilo! dijo saliendo solita y muy apurada hasta la cueva del cocofrutito.
Atrás, muy agitados, estaban sus amigos. Pirincho tartamudeando (¿Sabes lo que es "tartamudear"? Es repetir en pedacitos una misma palabra).
- Piz--Piz--Piz--pireta, no va--va--va--yas solita...
Pizpireta que en realidad sentía mucho miedo, pero no lo demostraba, les dijo:
- Amigos, esperen aquí y si tardo mucho váyanse ligerito para sus cuevitas.
Los pececitos se escondieron detrás de una roca, mientras Pizpireta golpeaba la puerta de la cueva del cocofrutito.
¡TOC,TOC,TOC!. Esperó y cuando la puerta se abrió, sintió que su corazoncito latía fuerte, cerró los ojitos y cuando los abrió se encontró con un cocodrilo de hermosos ojitos azules y con una linda sonrisa que le preguntaba:
-¿Si, qué necesitas??
Pizpireta suspiró hondo y haciéndose la valiente le dijo:
- ¡Si vienes a querer comernos a todos ya te estás yendo, porque no queremos a nadie malo aquí!!!
El coco sonrió y dijo:
- Mira, pececita. Me alimento de los frutos que me da mi amiga la plantita-, y se corrió un poco para que Pizpireta pudiera ver la pecerita desde donde la saludaba muy sonriente la plantita. ¡Qué linda sorpresa, un cocodrilo bueno que iba a ser su amigo!
Y como ella era una excelente cocinera, juntó unas frutitas y prometió volver con un rico postre.
Afuera, Pirincho y Benjamín esperaban impacientes a su amiga y cuando la vieron salir sonriente y con muchas frutas, le preguntaron qué había pasado. Pero al ver al cocofrutito de cerca Benjamín se puso blanquito, blanquito y Pirincho comenzó a tartamudear.
- No teman – dijo Pizpireta -les presento al cocofrutito y su plantita, serán nuestros nuevos amigos.
Los pececitos, todavía con sus ojitos muy abiertos por el miedo, lo miraron pero al ver la tranquila mirada azul del coco comprendieron que no tenían nada que temer. El cocofrutito comprendió que allí se quedaría junto a su plantita y sus nuevos amiguitos, a los que defendería y cuidaría siempre.

Y aún cuando no cesaría de buscar a su mamá, por primera vez desde que había nacido, se sintió acompañado y en su sonrisa los pequeños dientitos brillaron como pequeñas estrellitas llenas de felicidad.

Y Colorín Colorado...este cuento se ha terminado.

¡¡OJO!! Que nos volveremos a encontrar con nuestro querido Cocofrutito y sus grandes aventuras!

¡Hasta pronto, amiguitos!
Abuela Tata

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