A ver … ¡¡Un momento!! Todos salvo un pequeño y feuchito gusanito color marroncito, no se encontraba alegre, estaba tan triste que sus lagrimitas regaban el pastito en que se encontraba acostado.

Los pajaritos que volaban jugando entre sí, se pararon al verlo y preguntaron:
– ¿Por qué lloras?
- Porque estoy triste-, respondió el gusanito.
- ¿Y por qué estás triste?-, preguntaron los pájaros.
- Por muchas cosas-, contestó él.
- ¡Cuéntanos, cuéntanos!-, dijeron trinando los pichoncitos.
El gusanito, con una patita delantera, se limpió una lágrima y comenzó a hablar:
- Bueno, primero no tengo mamá, por lo tanto no la conocí. ¿Por qué me dejó? ¿Será porque soy tan feuchito que no le gusté y se fue dejándome aquí solito y amargado?
-Mira, yo no te veo tan feo – dijo el pajarito más pequeño.
- Yo tampoco- se agregó el segundo.
- Y mirándote bien a mí me pareces muy simpático- contestó una pajarita.
- Ustedes son muy buenos ¡sniff, sniff!!-, lloró el gusanito y diciendo adiós se metió en una cuevita de la tierra.
Al día siguiente al salir de su casita, vio el cielo tan celeste y el solcito tan calentito, que llegó a pensar que con un día tan lindo quizás su mamá volvería. Quietito en un mismo lugar esperó horas y horas y de pronto apareció una mamá gusano que llevaba a cuatro coloridos hijitos.
- ¡Señora, señora!-, habló el gusanito, loco de contento -¿Es usted mi mamá??
La señora gusano, que en realidad era muy antipática (¿Sabés que es "antipática"? Que no es simpática ni agradable) contestó enseguida:
- ¿Cómo se te ocurre? ¿Acaso no ves bien? ¡Mira mis lindos hijitos, qué hermosos colores tienen, iguales a los míos! Mientras que tú…tú… Bueno, eres tan insignificante... (¿Sabés qué significa esa palabra? Significa que estás pero nadie te tiene en cuenta como si no estuvieras) ¡Faltaba más!-, y muy coquetona siguió su camino con sus hijos que al pasar delante del gusanito expresaban: -¡Faltaba más!
¡Pobre gusanito! Ahora no sólo estaba triste sino que tenía vergüenza de ser tan feíto y se escondió en un arbolito que estaba cerca de allí.
Al verlo subir por su tronquito el árbol río y le dijo:
- ¡JA,JA,JA! Despacio, que me haces cosquillitas, ¡JA! JA JA!!
-¿A mí me hablas?- exclamó el gusanito.
- Sí, a tí, mi querido gusanito. Pero ¿por qué esa cara de limón?–, rió el árbol.
- ¿Te parezco gracioso?-, preguntó el gusanito -Estoy solo y encima mi mamá me dejó por feíto...
- ¿Cómo dices una cosa
así? -, dijo el árbol, ahora sí muy pero muy serio. - ¿Qué sabes como era tu mamá? Quizás por alguna razón ella tuvo que irse, pero eso no quiere decir que no volverá, algún día no muy lejano vendrá a buscarte.- ¿Tú crees? ¡Ah, querido señor árbol, ojalá fuera cierto! Pero…pero ¿cómo voy a reconocerla si nunca la he visto y ella tampoco a mí?
- ¡EH, EH!... Para, niño, para… No te enloquezcas, confía en mí.
El gusanito estaba tan agradecido al señor Árbol que le juró que nunca, nunca, se iría de su cuevita en el tronco. El árbol sonrió pensando en silencio que un día se iría como lo había hecho su mamá. Pasó el tiempo y el gusanito se hizo tan amigo del señor Árbol, que nunca más se sintió solo y cada día que pasaba anotaba una rayita en su tronco esperanzado con el regreso de su mamá.
Un día el gusanito le dijo al árbol:
- Hoy no me siento bien, no sé que tengo, me siento enfermito.
El árbol lo miró y comprendió que faltaba muy poco para que su nuevo amiguito se fuera para siempre. El gusanito eligió una ramita y con un hilito comenzó a tejer alrededor suyo un hermoso capullo (¿Sabés que es un capullo? Es como una casita de algodón sin puertas ni ventanas). El árbol muy dulcemente tapó al capullo con una rama para que el viento no lo tirara.
Pasaron los días y el capullo comenzó a moverse, luego a agujerearse y poco a poco aparecieron unas patitas y una cabecita con los mismos ojitos que el gusanito. Pero ¿¿saben qué??. Ahora era una hermosísima mariposa y cuando estiró sus lindas alas parecía que llevaba un vestido de cristales. El gusanito voló hasta el lago y en sus aguas como si fuera un espejo, se miró. Se tocó la carita, porque no podía creer lo que estaba viendo. Era una hermosa y elegante mariposa.
Voló alrededor de su amigo y le dijo:
- Tú sabías, ¿verdad?
- Sí-, contestó el árbol, -Lo sabía y alguien pronto vendrá a buscarte...
- ¿A mí?
- Sí, a tí-, contestó el árbol mirando el cielo.
Inmediatamente se oyó un aleteo y sobre una de sus ramas se posó una mariposa igualita, igualita al gusanito...¡Perdón, perdón! ¡A la mariposita!
Enseguida comprendió que era su mamá y se abrazaron tan fuerte, tan fuerte, que parecían una sola. Ahora entendía lo que había pasado, nunca la habían abandonado.
Ambas mariposas miraron al señor Árbol con agradecimiento.
- ¡Nunca te olvidaremos querido amigo!- dijeron las dos.
- Yo tampoco-, dijo tristemente el arbolito, escondiendo una lágrima, y continúo:
- ¡Pero deben apurarse, el tiempo apremia! Es decir que te apura. Debes conocer todo lo bello del mundo y pronto me traerás otro gusanito, pero ahora será tuyo y tendré que alegrarlo y cuidarlo como hice contigo.
- Gracias por haberme amado a pesar de que sabías que un día me iría-, dijo la mariposita estirando lo más que pudo sus patitas para poder así abrazar un poquito al árbol.
-¡Pronto nos veremos!-, dijeron las dos mariposas, dibujando hermosos trazos en el cielo.

Los ojos del pobre árbol estaban tan llenos de lagrimitas que poco podía ver a sus amiguitas. Pero una vez más comprendió que eso era Amor, era Amistad, y que pronto volverían con compañía. Y entonces su sonrisa iluminó su tronquito y estiró mucho, mucho, sus ramitas para parecer más grande... Y quién te dice que algún gusanito llorón lo viera y entrara en su cuevita, que con ansiedad y mucho cariño lo estaba esperando...
Y Colorín Colorado este cuento ha terminado.
¡Hasta pronto!
La Abuela Tata
1 comentario:
Laura, el hijo de Marta soy, Hernán. Si estás en Facebook agregame. Buscame por Hernán Maroni, soy el único que aparece. Te busqué la vez pasada a vos pero no te pude encontrar. Saludos...
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